Generación distribuida: ¿hacia dónde camina el desarrollo de este modelo que puede aliviar la grave crisis eléctrica en Argentina?
La generación distribuida promete amortiguar la crisis eléctrica en Argentina. Su crecimiento enfrenta retos como costos altos, infraestructura inadecuada y un contexto económico adverso.
De hecho, según el informe más reciente sobre generación distribuida de la organización regional Onred, el 50% de la potencia solar en América Latina está instalada bajo esa modalidad. Esto se debe a que los precios de la tecnología cayeron casi al 90% en los últimos años y también por una cuestión práctica: cabe en más lugares y requiere de poco mantenimiento.
Crecimiento de la generación distribuida en América Latina; cortesía de Onred; Reporte de “Generación distribuida y otros recursos energéticos distribuidos en América Latina y el Caribe 2024”.
Según el mismo reporte, el año pasado América Latina rompió el récord en instalaciones y plantea que tiene el potencial para aumentar de 31 gigavatios que hubo al cierre del 2023 a 159 gigavatios . Solo para imaginarnos, una familia tipo (dos personas adultas y dos chicas) requiere una potencia de alrededor de tres kilovatios en su casa. Esto significa que hasta el año pasado se podría haber abastecido a más de 10 millones de familias y tendría el potencial de cubrir a 53 millones.
De acuerdo con Ignacio Romero, María Paz Cristófalo, Franco Borrello, que son los miembros fundadores de Onred, la baja potencia de la Argentina se debe a cuatro razones. La primera es que el país fue uno de los últimos de la región en desarrollar un marco normativo para promocionar la generación distribuida. Fue hasta 2019 que entró en operación el Régimen de Fomento a la Generación Distribuida de Energía Renovable Integrada a la Red Eléctrica Pública que plantea como objetivo llegar al 2030 con un gigawatt de potencia instalada.
“Somos de los países que menos tiempo llevamos desarrollando este tipo de estructura eléctrica. Además, el contexto inflacionario y el desorden macroeconómico no ayudaron nada”, explica Cristófalo. Y es que, para instalar la energía fotovoltaica, dos de los componentes clave se importan: los paneles solares y el inversor de corriente.
La tercera razón que destacan los autores es el subsidio a la energía eléctrica que prevaleció hasta la administración pasada y que hacía poco competitiva a la generación distribuida. A pesar del aumento en los costos de la electricidad, tanto por la inflación como por el alza en el costo de los combustibles fósiles (que es la principal fuente de energía eléctrica del país), los gobiernos anteriores trataron de mantener los precios bajos.
Bajo ese esquema, según el equipo de Onred, es usual que el desarrollo de la generación distribuida en la Argentina comience en el sector industrial, seguido por las clases altas del sector residencial y, tal vez, en los estratos medio-altos más adelante. En contraste, para los sectores de menores ingresos resulta poco probable lograr los recambios bajo las reglas exclusivas del mercado y en el contexto económico actual.
“Teniendo en cuenta que los sectores sin subsidios son los que más consumen energía, es lógico que les resulte conveniente realizar el cambio. En este contexto, el tiempo de repago [cuando la inversión inicial se recupera] es de aproximadamente cinco años, especialmente considerando los costos históricamente bajos de la tecnología solar”, explica Romero, quien además de ser miembro de Onred, fue director del departamento de Generación Distribuida nacional durante el gobierno de Mauricio Macri.